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Por Clarisa Corral,
Mg. en Desarrollo Urbano (*)
A más de 200 kilómetros de Paraná, en las ciudades de Hasenkamp y Chajarí, decenas de familias buscan acceder hoy a su vivienda gracias a un modelo cooperativo impulsado por sus gobiernos locales. Frente a la creciente demanda habitacional, la falta de crédito accesible y las limitaciones de programas nacionales, ambos municipios optaron por reactivar una herramienta que, según señalan, había dado buenos resultados en décadas pasadas: el círculo cerrado de viviendas.
Se trata de un sistema de ahorro solidario, donde las familias realizan un aporte mensual —generalmente equivalente al valor de un alquiler— y el municipio se encarga de administrar los fondos, coordinar las obras y adjudicar las viviendas mediante sorteos públicos con criterios sociales. Sin búsqueda del lucro ni especulación: lo que sostiene el sistema es la confianza mutua y el compromiso colectivo por el acceso a la vivienda.
Cuando lo local recupera herramientas propias
Los círculos cerrados se basan en un principio simple: un grupo de familias se organiza y, con el acompañamiento del municipio, aporta mensualmente una suma que permite financiar de manera rotativa la construcción de viviendas. A medida que las casas se entregan, el grupo continúa aportando para que otras familias accedan.
En Hasenkamp y Chajarí, este sistema había funcionado durante los años ochenta y noventa, pero había quedado inactivo en las últimas décadas. Su reactivación implicó actualizar los marcos normativos y también reconstruir capacidades institucionales, convocar a las familias, y diseñar mecanismos de gestión que aseguren equidad, viabilidad técnica y sostenibilidad económica.
El municipio lideró el proceso, proponiendo un reglamento que sea claro, definiendo criterios de selección, plazos de aportes, mecanismos de rendición de cuentas y modalidades de construcción. La escala reducida fue clave: permitió cercanía, adaptación al contexto local y agilidad en la ejecución.
Dos ciudades, dos versiones del mismo modelo
Hasenkamp reactivó el círculo cerrado en 2023 con un diseño sencillo y estructurado: las familias pagan una cuota mensual ajustada al valor de 22 bolsas de cemento. Las viviendas tienen una tipología estandarizada de 45 m², pensadas para futuras ampliaciones, y se construyen en plazos de hasta 180 días.
El municipio asume la administración integral del proceso:desde la administración de los recursos hasta la dirección de obra. Actualmente, 67 familias participan del sistema abonando la cuota mensual y se entrega una vivienda por mes. El impacto no se limita a lo habitacional: la iniciativa también dinamizó el empleo local y contribuyó a reducir los valores de alquiler.
A diferencia de otros programas, el programa busca evitar hipotecas, utilizando pagarés solidarios con garantes. La morosidad es mínima y se apoya en la confianza local. Además, el municipio avanza en la formación de un banco de tierras para facilitar el acceso al suelo a futuras familias.
Render de una vivienda en Hasenkamp.
Con una lógica similar, aunque con diferencias, el programa Construir Futuro de Chajarí ya entregó hasta su quinta edición 197 viviendas de las 220 proyectadas. El esquema se organiza en etapas con inscripciones abiertas, priorizando a postulantes que posean lote propio y cumplan con requisitos como residencia mínima de 3 años y uso exclusivo de la vivienda.
El municipio define el diseño arquitectónico —una casa de 55 m²— y asume los costos administrativos y de construcción. Los adjudicatarios pagan una cuota durante 10 años, distribuida en 120 pagos mensuales. Por otro lado, el director de obra y el constructor son elegidos por el beneficiario. El sorteo se realiza con escribano público y prioriza a hogares con integrantes con discapacidad o enfermedades crónicas.
Más del 90% de cobrabilidad demuestra la apropiación comunitaria del programa. A diferencia de Hasenkamp, en este caso sí se hipoteca la propiedad, lo que permite gestionar judicialmente los casos de morosidad – una preocupación recurrente a la hora de revisar la implementación de este modelo.
Vivienda renderizada en Chajarí.
Confianza y proximidad: las lecciones del modelo
Ambos casos muestran que el círculo cerrado de vivienda no es una fórmula única, sino un modelo adaptable que puede operar bajo diferentes configuraciones normativas, financieras y administrativas. Más allá de las cifras, estas experiencias consolidan una lógica distinta de gestión pública: más cercana, menos dependiente y capaz de canalizar aportes ciudadanos hacia resultados tangibles.
Entre los aprendizajes clave destacan:
- La necesidad de una institucionalidad clara y cercana, que garantice confianza y transparencia.
- El valor de una tipología arquitectónica básica pero ampliable, que garantice condiciones dignas sin sobredimensionar costos.
- La importancia de criterios de adjudicación justos y verificables, con participación ciudadana.
- La posibilidad de documentar, compartir y replicar metodologías entre municipios.
También se hizo evidente que la confianza social —muchas veces erosionada por años de informalidad o promesas incumplidas— es un insumo clave que debe reconstruirse paso a paso. Contar con equipos técnicos municipales comprometidos y flexibles fue esencial para adaptar normativas y acompañar procesos sin burocratizarlos.
Primera vivienda entregada en Hasenkamp.
Un modelo replicable, no automático
Aunque el modelo no es escalable de forma automática, sí ofrece condiciones replicables: requiere voluntad política, capacidades técnicas mínimas, marcos normativos flexibles y, sobre todo, una lectura contextual que permita adaptarlo a las realidades de cada territorio.
La recuperación de los círculos cerrados en Hasenkamp y Chajarí no resuelve el problema habitacional estructural que enfrenta Argentina y Latinoamérica, pero sí demuestra algo fundamental: desde lo local también se puede innovar. No solo con tecnologías, sino con formatos organizativos que recuperan lo colectivo como valor.
Desde Entre Ríos, estas ciudades invitan a pensar cómo lo público puede habilitar soluciones duraderas sin perder cercanía. Porque a veces, innovar no es inventar algo nuevo, sino reactivar lo que ya funcionó, adaptarlo al presente y compartirlo con otros.
Con la experiencia acumulada y los resultados a la vista, estas ciudades invitan a otras a preguntarse: ¿qué está en nuestras manos hoy para resolver lo que no puede esperar?
Beneficiarias del plan Construir Futuro en Chajarí.
Podés conocer en el Mapa de Soluciones de RIL más sobre estas iniciativas de Hasenkamp y Chajarí. También podés escuchar de primera mano a Manuel Landra (secretario de Gobierno y Hacienda – Hasenkamp), Hernán Kisser (intendente de Hasenkamp) y a María Elisa Moix (Secretaria de Gobierno y Hacienda de Chajarí en el webinario dado para la Comunidad de Hábitat y Vivienda de RIL.
(*) Clarisa Corral es parte del equipo de Comunidades de la Red de Innovación Local (RIL).
Ilustración principal realizada por la autora con asistencia de IA, basada en documentación de los casos.