alquiler social
Por Mónica Gallegos Quesquén
y Marina Muñoz García (*)
El problema no es solo económico
En teoría, acceder a una vivienda debería ser sencillo: uno compra o alquila un inmueble. Sin embargo, en la práctica, los requisitos para ingresar al mercado formal —como garantías, recibos de sueldo o ingresos comprobables— dejan fuera a miles de personas. Esto afecta especialmente a trabajadores informales, migrantes, mujeres que huyen de situaciones de violencia, entre otros.
Muchos de ellos terminan viviendo en condiciones precarias —en hoteles, inquilinatos o conventillos— y pagando precios tan altos como los del mercado formal. El problema no es la falta de recursos únicamente: son las barreras estructurales que impiden acceder a un alquiler digno.
Una respuesta concreta desde La Boca
Desde Hábitat para la Humanidad Argentina, organización cristiana comprometida con la causa de la vivienda adecuada, decidimos intervenir en uno de los barrios más afectados por esta problemática: el sur de la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina. Allí, donde un conventillo en ruinas representaba riesgo para quienes lo habitaban, nació Estela de Esperanzas.
Este edificio, construido íntegramente por nuestra organización, hoy alberga a más de 30 familias que no cumplían con los requisitos tradicionales del mercado inmobiliario. Durante su estadía (hasta tres años), pagan un alquiler mensual escalonado: el 60% del valor de mercado el primer año, el 80% el segundo y el 90% el tercero. Durante ese tiempo, también participan de capacitaciones y reuniones vecinales, en un modelo de gestión que fortalece su autonomía.
El impacto es real: más de la mitad de las familias que pasaron por Estela de Esperanzas accedieron posteriormente a una vivienda adecuada, ya sea en alquiler o en propiedad. No solo por el acompañamiento social, sino por los beneficios integrales que proporciona una vivienda digna: salud, seguridad, educación, trabajo y bienestar emocional.

El alquiler social ya está funcionando en otras ciudades
En muchas ciudades del mundo, los alquileres crecen más rápido que los ingresos. A eso se suman presiones como el turismo, los nómadas digitales o la especulación inmobiliaria. En respuesta, varios gobiernos comenzaron a implementar políticas de alquiler social como vía para garantizar el derecho a la vivienda.
Ciudades como Viena y Barcelona tienen larga tradición en esta materia. Más cerca, Montevideo transforma inmuebles vacíos en hogares dignos a través de su programa Fincas Abandonadas, que luego se destinan a alquiler social.
Este modelo pone el foco en quienes quedan fuera del mercado formal, y puede adaptarse a distintos perfiles: personas mayores, jóvenes que buscan emanciparse, mujeres sobrevivientes de violencia, estudiantes o migrantes.
Hacia una inmobiliaria social: una alternativa posible y necesaria
A partir de la experiencia con Estela de Esperanzas y nuestra campaña #AlquilerSocialYA, desde Hábitat para la Humanidad Argentina impulsamos un nuevo paso: la creación de una inmobiliaria social de alquiler.
Junto con la Plataforma de Prácticas del Hábitat Urbano y Vivienda (UHPH) y la Red de Innovación Local (RIL), organizamos el laboratorio “Hacia un modelo de Inmobiliaria Social de Alquiler en Argentina”, un espacio de intercambio para fortalecer capacidades de gobiernos locales, organizaciones sociales y especialistas. Puedes revivirlo completo acá:
Allí se compartieron experiencias valiosas como:
- El Fondo Inmobiliario Comunitario para el Alquiler (FICA) en São Paulo, que combina inversión social y cesión de inmuebles para ofrecer vivienda a personas en situación de calle y estudiantes.
- Innova Recoleta, una empresa pública chilena que ya gestiona seis edificios con alquiler social en Santiago.
- Las estrategias del Affordable Housing Institute (AHI), que aportó lecciones aprendidas de múltiples regiones.
Conclusión: liderar el cambio desde lo local
El mensaje fue claro: los gobiernos locales y las organizaciones sociales tienen en sus manos la posibilidad de transformar radicalmente el acceso a la vivienda. Con marcos regulatorios inclusivos, alianzas comprometidas, incentivos puntuales y una gestión social cercana se puede materializar el alquiler social. Así, una inmobiliaria social de alquiler no es solo una política habitacional: es una apuesta por comunidades más justas, inclusivas y resilientes.
Testimonios de residentes den Estela de Esperanzas, en La Boca:
(*) Mónica Gallegos Quesquén es coordinadora de Incidencia de Hábitat para la Humanidad Argentina. Marina Muñoz García es coordinadora regional de la Plataforma UHPH.
+COMUNIDAD publicará esta semana una entrega especial con iniciativas innovadoras de acceso a la vivienda y alquileres sociales en América Latina. ¡No te lo pierdas!
Imagen principal: edificio Estela de Esperanzas, en La Boca. Captura de Google Maps.