Por Hernán Abatángelo y Natalia Battochia (*)
Un tema que no suele copar las portadas de los diarios es la gestión de la flota en los gobiernos locales. Sin embargo, se trata de un recurso clave para promover la eficiencia en costos, garantizar el adecuado funcionamiento de los servicios municipales y contribuir al cuidado del ambiente.
De esta manera, podemos decir que una gestión eficiente de la flota municipal genera resultados considerables tres ejes claves:
- Impacto territorial, al obtener una mejora de servicios mediante una mejor distribución de los recursos materiales disponibles.
- Impacto en la eficiencia en costos, ya que cada acción repercute directamente en el presupuesto municipal.
- Impacto sobre la generación de huella de carbono, ya que una gestión eficiente de la flota permite reducir las emisiones mediante el manejo responsable y la reutilización de recursos, contribuyendo al cuidado del entorno en el que viven las familias que integran el ecosistema local.
Al profundizar en las experiencias de mejora implementadas por gobiernos locales encontramos valiosos casos para compartir.
Impacto territorial: más y mejores servicios
Una gestión estratégica de las flotas municipales puede marcar una gran diferencia en la vida cotidiana de la ciudadanía. Desde el diseño de planes de mantenimiento preventivo para los vehículos hasta proyectos que mejoren la conectividad vial y la calidad del asfalto, las acciones bien planificadas y coordinadas impactan directamente en el territorio.
Iniciativas para optimizar el transporte público, reforzar la higiene urbana y garantizar servicios eficientes no sólo elevan la calidad de vida, sino que también devuelven a los vecinos la posibilidad de disfrutar plenamente de su ciudad y del entorno donde viven y crecen sus familias.
En 2024, 10 gobiernos locales de Argentina asumieron el desafío de fortalecer su estrategia de gestión de flota con el objetivo de mejorar los servicios que reciben sus comunidades, entendiendo que cada mejora contribuye al ecosistema local.
En Jesús María (Córdoba), por ejemplo, se elaboró un Plan Director para optimizar el uso de la flota. Este incluye proyectos de capacitación y evaluación para 166 agentes municipales en la utilización segura y sostenible de las unidades, así como el análisis de datos sobre consumo de combustible, uso adecuado y mantenimiento de 160 vehículos. Con estas medidas, el municipio busca ampliar y mejorar la calidad de los servicios que brinda a su comunidad.
Gestión de flota. Imagen ilustrativa: Marcin Jozwiak | Pexels.
Impacto en la eficiencia de costos: ahorro económico
Una buena administración de la flota municipal tiene un impacto significativo en los costos operativos. ¿Por qué? Una compra estratégica, al optar por un vehículo más eficiente, puede generar ahorros de combustible de hasta un 15%. Además, el mantenimiento preventivo –como el cambio regular de filtros– reduce el consumo de combustible en un 2,5%. Asimismo, el control y monitoreo adecuado de los neumáticos —incluyendo calibración, balanceo, alineación y rotación— puede disminuir el consumo entre un 2% y un 6%. Finalmente, una conducción eficiente puede contribuir a un ahorro adicional de hasta el 10% en combustible.
Si las ciudades conocieran el ahorro que generan decisiones más eficientes en la administración de la flota, ¿diseñarían acciones orientadas a optimizar el uso de sus recursos? Se estima que 10 ciudades, en conjunto, pueden ahorrar 340.000 litros de combustible, lo que equivale a 249 millones de pesos argentinos (aproximadamente U$S 190.000 en agosto de 2025).
Entre las acciones que hacen posible este ahorro para los gobiernos locales se encuentran: capacitar a choferes —quienes ejecutan las estrategias de prestación de servicios—, realizar un mantenimiento adecuado de las unidades para evitar consumos excesivos, controlar la carga de combustibles y medir y hacer seguimiento de los principales insumos que utiliza la flota municipal.
El impacto positivo no se limita al combustible. También se logra extendiendo la vida útil de los vehículos, lo que permite amortizar mejor la inversión en el mediano y largo plazo. Algo similar ocurre con los neumáticos: una mala compra o un uso inadecuado pueden generar importantes gastos. Por eso resulta clave capacitar al personal, implementar rotaciones periódicas y garantizar una alineación y balanceo correctos para prolongar su durabilidad.
Una ciudad eficiente diseña políticas públicas basadas en datos sólidos. La gestión de la flota no es la excepción: no se puede mejorar lo que no se conoce. Por ello, es fundamental relevar las unidades que la integran y sus características específicas, de manera de elaborar estrategias que optimicen el uso de los recursos municipales.
En Luján de Cuyo (Mendoza), por ejemplo, se incorporó tecnología para el monitoreo y seguimiento de las 239 unidades registradas en un relevamiento exhaustivo. La digitalización de las cargas de combustible y la implementación de un sistema volumétrico para medir el estado de los tanques permitieron optimizar el consumo y cuidar el combustible destinado a la prestación de servicios para más de 120.000 habitantes.
Flota en Luján de Cuyo. Foto: Municipalidad.
Impacto ambiental
Los ciudadanos, los gobiernos locales y los servicios públicos confluyen en un mismo hábitat. En ese entramado, el parque automotor municipal también incide de forma directa en el medio ambiente.
Para medir ese impacto, la Red de Innovación Local (RIL) desarrolló una calculadora de ahorro que registra el consumo de los principales insumos utilizados en la gestión diaria de la flota municipal: combustibles, neumáticos, lubricantes, repuestos, entre otros. Esta herramienta permite a las ciudades evaluar el efecto de sus acciones sobre el entorno, ya sea mediante la reducción de emisiones por ahorro de combustible, la correcta disposición de residuos contaminantes o un uso más eficiente de las unidades.
En 2024, la medición de la huella de carbono generada por 10 ciudades que implementaron proyectos para optimizar el uso de su flota reflejó un ahorro de 815 toneladas de CO₂ en apenas siete meses de trabajo. En términos equivalentes, este ahorro representa las emisiones anuales de 342 autos particulares, el consumo de 92.258 galones de gasolina o la electricidad utilizada por cientos hogares durante un año.
El avance no fue solo ambiental. Considerando áreas clave como mantenimiento, renovación, seguridad vial, combustible y tecnología, estas ciudades mejoraron su eficiencia en la estrategia de gestión de flota en un 21%, pasando de un promedio inicial del 36% a uno final del 57% tras siete meses de trabajo conjunto.
En ese período, 52 funcionarios se capacitaron en la Academia RIL para incorporar conocimientos y herramientas que les permitieran transformar la gestión local e impactar, de manera indirecta, en 3,8 millones de personas que hoy encuentran en sus ciudades un mejor lugar para vivir.
Mejorar la eficiencia en la gestión de la flota es un objetivo transversal a la dinámica diaria de un gobierno local. Participar en programas de este tipo significa dar un paso más hacia la transformación de los municipios y el bienestar de sus comunidades.