SOCIEDAD CIVIL
El movimiento cooperativo, motor de comunidades enteras

Siguiendo el principio de que “la unión hace la fuerza”, muchos pueblos accedieron a servicios gracias al trabajo colaborativo de su población. Algunos incluso deben su existencia a empresas cooperativas que van más allá del interés económico. ¿A qué desafíos se enfrentan hoy?

Cuando en 1924 un grupo de colonos de origen alemán, polaco y ucraniano fundó Colonia Liebig (Corrientes, Argentina), sabían que debían trabajar de forma colaborativa. Junto con la población nativa, buscaron sacar el máximo provecho a las bondades de la tierra y empezaron a producir yerba mate. Su unión fue tan exitosa que, casi 100 años después, el producto cooperativo que crearon –Playadito– es el más vendido del país en el rubro y tiene alcance internacional. 

“La mayoría de las cooperativas nacieron basadas en necesidades comunes. Podemos hablar de inmigrantes que formaron cooperativas agropecuarias porque unidos podían comprar más semillas y a mejor precio. También de pueblos enteros que obtuvieron servicios públicos, como la luz, gracias a la unión cooperativa de vecinos”, contó a +Comunidad Carlos Solari, motivador del comportamiento humano e impulsor de la doctrina cooperativa en América Latina.

De esta manera, el cooperativismo se convirtió en el motor de comunidades enteras. Además de impulsar la formación de pueblos, sus principios han permitido que muchos de ellos e incluso ciudades se mantengan con vida. 

Por ejemplo, cuando el uso de Internet comenzó a masificarse a fines de los 90 y surgieron las grandes empresas competidoras, su instalación no era rentable en sitios con pocos habitantes. Entonces, diversas asociaciones cooperativas invirtieron los recursos que producían con otras actividades para conseguir la conectividad. Y el proceso se ha mantenido en el tiempo.

 “Se trata muchas veces de resolver situaciones entre todos. En la provincia de Buenos Aires, cooperativas de localidades como Pehuén, Tornquist, Espartillar, Darregueira y Puan, algunas muy chiquitas, se han unido para obtener internet de alta calidad en los últimos años. Con el principio de que la unión hace la fuerza, lograron llevar la fibra óptica”, graficó Solari. 

Fundación de Playadito, 1924. Agrofy News.

El interés por la comunidad 

La Alianza Cooperativa Internacional define a las cooperativas como “la asociación de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada”.

El movimiento se basa en seis valores, que deben ser seguidos por cooperativas de todos los tamaños alrededor del mundo. Son democracia, igualdad, equidad, solidaridad, ayuda mutua y responsabilidad en las acciones. También mantiene siete principios: 1. Adhesión voluntaria y abierta; 2. Gestión democrática de los miembros; 3. Participación económica de los miembros; 4. Autonomía e independencia; 5. Educación, formación e información; 6. Cooperación entre cooperativas y 7. Interés por la comunidad.

Al ser consultado sobre el impacto del cooperativismo en las ciudades, Carlos Solari hizo especial énfasis en los últimos dos principios. “Las cooperativas trabajan para el desarrollo sostenible de sus comunidades. El lucro no debe ser su fin, sino cubrir necesidades de sus asociados”, insistió. 

Otro caso emblemático es el de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita), que agrupa a 5.000 productores de 29 cooperativas y trabaja más de 25.000 hectáreas de viñedos en Cuyo. “Hablamos de un movimiento importante que muchas veces empieza por una cooperativa chiquita y después crecen. Hay comunidades enteras que trabajan en una cooperativa”, ilustró el especialista. 

Carlos Solari, especialista en cooperativismo. 

En todas las actividades humanas

Existen cooperativas de todos los tipos y tamaños: agropecuarias, de consumo, de crédito, de vivienda, de provisión de servicios, de seguros, de trabajo, entre otras. Al menos el 12% de los habitantes del planeta están asociados a una cooperativa, y en Argentina la cifra es de 18 millones de personas. Las 500 cooperativas más importantes del mundo generan U$D 2,1 billones anuales y 280 millones de empleos. 

Cooperativas y empresas grandes no son antónimos; al contrario. La Corporación Mondragón (País Vasco, España) surgió en 1956 como una pequeña escuela politécnica y hoy, como federación de cooperativas, es uno de los mayores grupos empresariales del mundo. “El cooperativismo debe superar al capitalismo, y para ello debe asimilar sus métodos y resortes con la limitación y supeditación precisa a las exigencias supremas de los valores humanos o personales”, decía el sacerdote José María Arizmendiarrieta, uno de los impulsores de Mondragón. 

En 2009, un grupo de 11 personas comenzó a trabajar en fincas abandonadas en Cuchiyaco (La Rioja, Argentina). El pueblo seguía el mismo destino y sus paisajes lucían cada vez más desérticos. Tras años de trabajo, formaron una cooperativa agroecológica que hoy produce nogales, olivos y vinos. Uniendo prácticas culturales nuevas y viejas, lograron revitalizar la localidad. 

“El paisaje, los antepasados y la tierra nos llevó a unir manos para trabajarla, abrazarla y vivir de ella, y a presentarnos como Cooperativa Cuchiyaco. Un círculo abierto de personas, de familias pueblerinas con fuertes convicciones y ansias de trabajo, pero de trabajo digno y genuino que surge de luchas particulares y transforma a las personas”, define Clara Larisgoitia, integrante de la asociación, citada por el Movimiento Regional por la Tierra.

Cooperativa Cuchiyaco. 

Desafíos en el movimiento cooperativo

El cooperativismo se mantiene vigente en todo el mundo, pero se enfrenta a numerosos retos de cara al futuro. “En la mayoría de los casos, la participación en los consejos de administración es voluntaria. En una sociedad cada vez más individualista, la gente no quiere participar. Y ese es el gran riesgo que tenemos hoy”, planteó Carlos Solari. 

¿Cuál es el antídoto ante la apatía? Según el experto, recurrir al quinto principio del movimiento cooperativo: educación, formación e información. “Es muy importante educar a la juventud en valores para el bien común. La única manera de seguir manteniendo los beneficios de las cooperativas para las comunidades es manteniendo la participación”, remarcó.

En ese sentido, el trabajo en las escuelas resulta fundamental. Recientemente, Solari y otros expertos lanzaron en la ciudad santafesina de Sunchales (llamada la “Capital Nacional de Cooperativismo” en Argentina) una Guía Práctica de Actividades para Cooperativas Escolares. “Los chicos, con su entusiasmo, cambian el comportamiento de los adultos. Se trata de inspirar para la acción y el bien común”, contó. Además, trabajan en numerosos proyectos comunitarios alineados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Taller de Cooperativismo en la Escuela de Artes y Oficios, Municipalidad de Salta, Argentina. Noviembre de 2021.

¿Cómo impacta el cooperativismo en tu pueblo o ciudad? Podés contar tu caso de inspiración en +Comunidad.

Foto principal: Sunchales, Santa Fe. “Capital Nacional del Cooperativismo” en Argentina.  Foto de La Opinión.
Redacción +Comunidad.