DESARROLLO HUMANO
Transformar vidas al ritmo del hip-hop

La llaman “la universidad del rap” y ha generado espacios para que talentos de la movida emergente del hip hop se capaciten con un propósito claro: lograr que los jóvenes sean agentes de cambio en Caracas, y también otras ciudades de Venezuela.

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El animador pide una bulla al público. Con un grito sostenido anuncia a Ramthewan para entregarle el escenario. El DJ hace sonar un beat y el público alza los brazos: 

“Vengo cantando al son del tempo. Somos convives todos los que estamos aquí en este evento. Estamos haciendo cultura, hip hop sin condimento. Seguimos cantando de corazón para dar el ejemplo. Grosería no vine a componer, vine a dar un buen mensaje. El cambio es para todos porque querer es poder”.

La música energética da peso y anticipación a sus rimas. Durante 60 segundos, Ram improvisa sobre la tarima montada en la cancha deportiva de un liceo del oeste de Caracas. Los muchachos del público, en su mayoría adolescentes, gritan y aplauden cada estrofa y se miran con caras de sorpresa cuando suenan las rimas.

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El artista venezolano RAM sobre el escenario. Imagen: Cristian Hernández Fortune.

Una iniciativa de Mi Convive y Cultura Lírica

—¡Tiempo! –interrumpe el animador del evento. 

Rafael Montenegro, aka Ramthewan, alza el micrófono y recupera el aliento mientras recibe una algarabía de aplausos eufóricos. Con su set, comienza la batalla de freestyle o estilo libre de contrapunteo en el que los participantes al ritmo de su lírica se enfrentan exhibiendo su capacidad creativa y de improvisación. Es la escena más esperada por el público y encabeza el festival de artes urbanas Flow Convive. 

La jornada fue convocada hace unas semanas por varias organizaciones sociales, entre ellas Mi Convive y Cultura Lírica. Con la idea de propiciar una plataforma que permita mostrar los distintos componentes de la cultura del hip hop: Rap libre freestyle, grafiti, danza o breaking y música urbana. En este caso como manifestación artística de la calle y del barrio, pero orientada a la promoción de la paz y la prevención de la violencia en los jóvenes. En la batalla participaron cuatro freestylers, además de Ramthewan: Kore, Bobby y Trebor, integrantes que en el pasado han formado parte de los circuitos de batallas de Cultura Lírica.

Como muchos jóvenes atraídos por la movida hip hop, Ramthewan, empezó a rimar e improvisar junto a amigos desde muy joven. A los 13 años ya cantaba sobre las cosas que veía que sucedían a su alrededor y quería seguir los pasos de sus raperos favoritos de la escena local, como la dupla Guerrilla Seca conformada por los raperos El Prieto y Rekesón. 

—Muchos chamos quieren ser como los más famosos: Anuel, Feid, Daddy Yankee. Pero al que de verdad le gusta el rap quiere ser como los raperos de su país. A mi me gustaba la forma de expresarse de Biancucci, las canciones de Rotwaila, y la música de Canserbero —rapero y compositor de referencia del rap venezolano fallecido en 2015.

Transformar vidas al ritmo del hip-hop

En 2008, unos amigos sin avisarle, lo inscribieron en una batalla de freestyle: la Guerra de los Perros, donde destacó en tarima. Llegó a la final y quedó subcampeón detrás de Legna. Ram continuó en el circuito de batallas, que paulatinamente adquirió mucha popularidad en Latinoamérica gracias a las ligas promovidas por marcas como Red Bull. Pero tras la crisis política en Venezuela dejaron de promoverse desde 2014. Tras el “parón” Ramthewan se alejó del hip hop, y “andaba por ahí en la calle, haciendo vainas malas”, en una vida que no era la que quería llevar.

Como Rafael, aka Ramthewan, la mayoría de quienes les gusta y se involucran en el hip hop provienen de sectores populares cuyas comunidades viven en condiciones socioeconómicas precarias y con problemas de pobreza y violencia. 

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Batalla de freestyle. Imagen: Cristian Hernández Fortune.

El hip hop surgió en la década de los 70 como una forma artística con elementos musicales y culturales del rock, el soul y el jazz. Como catarsis y protesta contra los problemas sociales que oprimían las comunidades marginadas en Estados Unidos: crimen, pobreza, adicción y vicios, racismo, falta de oportunidades, violencia familiar, abandono del Estado y abusos policiales. En las décadas siguientes el movimiento evolucionó en expresiones de grafiti, breakdance y poesía urbana que trascendió a la literatura, la moda, la televisión, el cine, y muchas otras manifestaciones y voces (populares y underground) que narran historias basadas en la realidad social. 

Por más de cincuenta años el género se ha convertido en un estilo de vida que se expresa con entusiasmo y fervor en todos los países e idiomas del mundo.

En América Latina, el estilo llegó en la década de los 80, donde resonó con inmigrantes puertorriqueños y mexicanos y de otros países latinos que le inyectaron sus propios ritmos y temas sociales. En Venezuela en los 90 nacieron colectivos de hip hop como La Corte, Vagos y Maleantes, Los Tres Dueños y Cuarto Poder con estilos que representan la cultura popular con rebeldía y contribuyen a la  masificación de este género con el apoyo de plataformas como el Festival Nuevas Bandas, el Festival Cooltura Hip Hop y la disquera Venezuela Subterránea.

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Grupo de jóvenes que asisten a las batallas de freestyle. Imagen: Cristian Hernández Fortune.

La universidad del rap

En el país, el contexto de crisis marca la vida de la mayoría en la actualidad. Según la Encuesta de Condiciones de Vida Encovi (UCAB, 2022), la pobreza (por motivos económicos, servicios básicos, falta de vivienda y empleo) afecta al 50,5% de la población. Los venezolanos más pobres reciben en promedio 8 dólares al mes. En una economía con índices de inflación que supera el 450%, apenas recuperándose de varios años de hiperinflación; más de 7 millones de personas han emigrado en busca de trabajo mejor remunerado en otros países. 

Pero quizás uno de los datos más desoladores del informe es éste: 1,5 millones de jóvenes entre 3 y 17 años están fuera del sistema educativo. En un estudio reciente, la ONG por los Derechos de la Niñez y Adolescencia, Cecodap, advirtió que el crimen organizado y las mega bandas en Venezuela (como la banda del Coqui en la Cota 905) reclutaron a menores de edad para sus actividades delictivas, aprovechándose de las circunstancias de precariedad, inseguridad alimentaria, deserción escolar y la violencia intrafamiliar en las que viven muchos jóvenes de estas comunidades. Luis Pedro España, sociólogo e investigador de la Encovi, afirma “que la economía venezolana se está recuperando tras la pandemia del Covid-19 y el período de emergencia humanitaria compleja, pero las causas sociales mantienen el estancamiento social”. 

Carlos Eduardo Vargas, aka CEV, dice que iniciativas como Cultura Lírica presentan una ventaja como estrategia de desarrollo social frente a esfuerzos promovidos por entes gubernamentales, políticos o religiosos, que pueden dar cabida a polarización o rechazo de algunos miembros de las comunidades.

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Carlos Eduardo Vargas, uno de los fundadores de Cultura Lírica. Imagen: Cristian Hernández Fortune.

—La cultura y el deporte son actividades inclusivas que construyen un espacio de unión en las comunidades y son efectivas para la promoción de la paz, los derechos humanos, la convivencia y la lucha contra la violencia y cualquier vicio o problemas comunitarios —comenta CEV.

Por razones como éstas, en 2018 se unió al equipo fundador de la productora Cultura Lírica, una iniciativa social que busca ofrecer oportunidades a talentos del hip hop para que sean “agentes de cambio a través del arte y la cultura urbana”. 

Cultura Lírica tiene el objetivo de formar nuevos talentos en el género del hip-hop, desarrollar sus habilidades artísticas, y producir eventos y espacios culturales en zonas populares como Flow Convive, convocado por la organización Mi Convive. 

En 2018, Rafael Montenegro, aka Ramthewan, audicionó en la primera edición del programa de capacitación de Cultura Lírica, pensando que estaba aplicando para una batalla. Al quedar seleccionado, aprendió que el freestyle “no era solo nada más pararse ahí a rimar, sino que tú eres un instrumento de comunicación, y que desde cómo te vistes hasta cómo actúas en la calle, eso va a influir en los chamos que estás dándoles ejemplo”. 

Ese cambio de rap de calle al rap conciencia lo atrapó. 

—Cuando entré al programa me di cuenta que era algo que hacía falta desde hace muchísimos años. Lírica le está dando oportunidades increíbles a todos los chamos. Como yo le puse, es la Universidad del Rap. Me parece una vaina súper brutal. 

Más de 800 jóvenes han audicionado para las capacitaciones de Cultura Lírica. Imagen: Cristian Hernández Fortune.

Los fundadores de este proyecto de arte con propósito para la incidencia social explican que la capacitación que ofrecen a adolescentes y jóvenes les brinda herramientas como la oratoria y mejorar su capacidad de comunicación, coherencia, cohesión y el sentido del mensaje al momento de ejecutar una improvisación. También los ayuda a prestar atención a la rítmica y a la selección correcta de sus palabras para que vaya de la mano con el beat y las ideas que realmente quieren expresar. Los participantes en el área de composición reciben apoyo y clases técnicas para mejorar su escritura, desarrollar su estilo y el uso de recursos literarios, formas poéticas y argumentos.

Más de 800 jóvenes han audicionado para las capacitaciones de Cultura Lírica, aseguran. La primera edición admitió a 60 chamos en Caracas y la segunda edición a 80 en todo el país, entre freestylers y compositores. Ambas cohortes participaron en tres meses de sesiones formativas, con capacitadores e invitados profesionales de alto nivel que les hablaron sobre su experiencia en la cultura músical y sus estrategias para hacer vida de la música urbana.

Con ejemplos de raperos y artistas que han logrado carreras exitosas, los participantes reciben capacitación en un programa que les ofrece herramientas de mercadeo, branding, emprendimiento creativo y economía naranja (comercialización de valor intelectual e industrias creativas) para que sean capaces de vivir y sustentarse gracias a su talento. 

En cada edición, 16 participantes clasifican a un festival abierto al público donde comparten tarima con artistas y grupos como Free Convict, Motherflowers, o referentes como los cantantes Apache, Akapellah y Lil Supa’, entre otros. Carlos Eduardo Vargas espera que la convocatoria de la tercera edición pueda incluir a beatmakers (mezclador y creador de ritmos) y talentos que quieran desarrollarse en la producción musical.

Quizás uno de los componentes más importantes de la capacitación es la sensibilización en deliberación pública, cultura de paz y derechos humanos. 

—La cultura tiene el poder de transformar espacios, generar narrativas diferentes y promover el desarrollo social —subraya CEV.

Bajo esta premisa, asegura que el estigma de que la cultura hip hop está asociado y promueve la violencia está cambiando. 

—Son temas que esas personas que las cantan viven en su día a día. Entonces, ¿por qué está mal contarlas?

Ricardo Castro, aka Proser, productor del programa radial Lírica Bloc Party, que se transmite en La Mega 107.3 FM, explica que con el rap se puede estimular la conciencia social y por ello es importante impartir la formación en herramientas que a primera vista no están ligadas a la música: 

—Si se habla de lo que pasa y desde la realidad que se vive en la calle se puede transformar la sociedad. Los raperos tienen que representar lo que viven, sobre sus experiencias y las ideas que han aprendido. Y cuando empiezan a hacer sus rimas y su arte van a darse cuenta que tienen un impacto en su comunidad. Por eso tienen que esforzarse para darse cuenta de su rol y ser un ejemplo para los demás.

(*) Este reportaje fue publicado originalmente en el medio Historias Que Laten.

Imagen principal: Cristian Hernández Fortune