TRAS LA CUMBRE EN BUENOS AIRES
C40: ¿unidos en acción?

Durante tres días, miles de referentes internacionales y líderes de ciudades del mundo analizaron la crisis climática y buscaron soluciones comunes. Si bien los desafíos son universales, las responsabilidades y las consecuencias del calentamiento global no son iguales.

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Por Inés Reineke,
coordinadora de Gestión del Conocimiento en RIL

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La cumbre del C40 tuvo todos los condimentos necesarios para ser considerada un éxito: la presencia de alcaldes y alcaldesas de las ciudades más importantes del mundo, las ideas de especialistas de renombre y la participación de juventudes con activistas climáticos. Y, lo que no es menor, importantes anuncios orientados a tomar las riendas para revertir la crisis climática que atravesamos. Sin embargo, el evento también visibilizó las grandes desigualdades entre norte y sur global a la hora de llevar el lema del evento “Unidos en acción” a la práctica.

Inspiración en marcha

“El rol de los alcaldes es inspirar”, fue una de las frases destacadas del discurso de Daniel Quintero Calle, alcalde de Medellín, quien deslumbró con su claridad para exponer su política basada en la educación para cerrar las brechas de desigualdad que zanjan la ciudad caribeña. El alcalde anunció que prohibirán los vehículos propulsados por combustibles fósiles para el año 2035, entendiendo que desigualdad social y crisis climática son conceptos que van de la mano. 

Más allá de la visibilización de grandes líderes y lideresas de ciudades, como lo son Claudia López Hernández, de Bogotá; Claudio Orrego, de Santiago de Chile; Anne Hidalgo, de París; Ada Colau, de Barcelona; y Sadiq Kahn, de Londres, quienes están animándose a impulsar iniciativas comprometidas con cambiar la realidad climática hoy –las grandes fuente de inspiración– fueron las activistas climáticas (¿casualmente? en su mayoría mujeres). Se trata de jóvenes dedicadas a hacer que el mensaje cale hondo, y no pase inadvertido. 

“No puede haber justicia climática sin justicia social”, dijo Yael Crupnicoff, CEO de Tekohá, una incubadora de proyectos sostenibles. Fue convocada por Ashoka para disertar en un panel moderado por Delfina Irazusta, directora ejecutiva y fundadora de la Red de Innovación Local (RIL). En ese mismo panel, Valentina Soto (Chile), Viviana Álvarez (México) y Maitane Alonso Monasterio (España) inspiraron al brindar testimonio de su acción coherente, radical y contundente en el avance hacia modelos más sostenibles. Desde la educación ambiental hasta la conservación de alimentos para minimizar el descarte. 

Conservatorio “El futuro es clima”, moderado por Delfina Irazusta (RIL), Facultad de Derecho – UBA. Foto: Ashoka

La juventud comprometida

El gran mensaje es que estas nuevas generaciones de activistas están “luchando la buena lucha”. Están llevando a la acción cotidiana y consistente el cambio que este mundo necesita. Son la esperanza de cambio, debemos seguir su ejemplo y actuar hoy. En lo pequeño, eligiendo ir en bici cuando podemos y reduciendo consumos innecesarios. Rechazando comprar productos envasados en plásticos de un solo uso, recuperando y reutilizando nuestro descarte. 

¿Por qué? Hilda Flavia Nakabuye, activista climática de Uganda, lo expuso con contundencia: esta cumbre se desarrolla (¡por primera vez!) en el sur. Es aquí donde los efectos del cambio climático se sienten más fuerte. Y afectan las vidas de millones de personas que, por la precariedad y falta de infraestructura cargan sobre sus espaldas las consecuencias del exceso de consumo e inacción causados por unos pocos países y unas pocas corporaciones (que literalmente podemos contar con los dedos de las manos). Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, complementó el mensaje afirmando “esta crisis tiene nombres y apellidos”. 

Esos “nombres y apellidos” fueron la voz más diluida en la cumbre. Si bien hubo, como propuesta “innovadora”, un foro de empresas y ciudades dedicado a la colaboración público privada, quedan ansias por oír las voces de los grandes responsables e impulsores de los patrones de consumo y uso de recursos que en gran medida explican el contexto que vivimos hoy. Ansias por que tomen igual protagonismo que ciudades y activistas. Y tomen compromisos audaces en esta crisis que exige acción inmediata, y que ya no acepta anuncios tibios a medias aguas. Ya sabemos que la solución tiene que venir de múltiples sectores:gobierno, y mucho menos activistas, en soledad jamás lograrán revertir esta realidad. 

Hilda Flavia Nakabuye, activista climática de Uganda en el C40, en Buenos Aires. 

¿Cuán urgente es actuar? Vale la pena destacar la frase de Sadiq Kahn, presidente del C40 y alcalde de Londres: los científicos se equivocaron, pero no alimentando a aquellos negacionistas (que aún existen).Se equivocaron porque nunca predijeron que los efectos de la crisis climática se sentirían con tanta fuerza tan prontamente en nuestra historia. Es hoy, no hay otro momento.

Las grandes herramientas de transformación

Uno de los grandes anuncios realizados en el evento fue la meta común propuesta para las más de 100 ciudades que integran la red C40. A esta altura, no está de más definir: es una red de alcaldes y alcaldesas unidos para combatir la crisis climática a través de la reducción de las emisiones nocivas para el medio ambiente y la creación de 50 millones de empleos verdes. Eso quiere decir empleos creados en sectores comprometidos con la sostenibilidad ambiental, para lo que es necesario viabilizar inversión y regulaciones que promuevan el desarrollo de estos sectores. 

En otra escala de anuncios, Sophie Hæstorp Andersen, la alcaldesa de Copenhague, declaró haber reducido en un 80% sus emisiones desde 2010. Su meta ahora no es convertirse en carbono-neutrales, sino positivos para el 2030. ¿Cuál es la herramienta más potente de transformación que expuso? Las compras públicas sostenibles: exigir criterios de cuidado ambiental a los proveedores estatales es un gran impulsor de los ecosistemas verdes a nivel local. 

En línea con Copenhague, Martín Llaryora, intendente de la ciudad argentina de Córdoba, se sumó a la tendencia. Reforzó que el ahorro y la eficiencia en la gestión es un gran instrumento de financiamiento sostenible, ya que disponibiliza recursos susceptibles de ser usados para una transición ecológica (la despapelización en la Ciudad de Córdoba ahorró nada menos que ¡2.000 millones! del presupuesto municipal).  Instó a quienes no se hayan sumado a la tendencia a realizarlo enfatizando que, aquellas ciudades que no estén preparadas para proveer de productos sostenibles para el mundo, quedarán excluidos de mercados y por ello de oportunidades de desarrollo. Ser ecológicos no es sólo ético y necesario, sino conveniente en términos de desarrollo productivo. 

Ciclón subtropical e inundaciones Issa en Durban, Sudáfrica. Mayo de 2022. Foto de STR (AP).

Mismo planeta, otra realidad

Y en medio de deslumbrantes ideas como fue la de la “proximidad feliz” expuesta por Carlos Moreno, director científico de la Cátedra de Empresariado, Territorio e Innovación de IAE Paris Sorbonne Business School, no hizo falta más que salir de la exposición y cruzar la calle para que en un coqueto puesto de comidas, nos miren azorados ante la pregunta “¿dónde puedo tirar esta lata?”. “Ahí, en el tacho, junto con todo lo demás”. 

Queda mucho por andar y por unir las puntas de este hilo. Por generar un cambio de cultura con la capilaridad que hace falta para una incidencia masiva y necesaria para cambiar el curso de este mundo en llamas. 

Iniciativas como C40 amplificaron voces que necesitamos no solo oír, sino tomar el lema propuesto para el evento, y llevar a la acción: necesitamos actuar hoy, en cada hogar de quien haya llegado al final de esta nota, cambiar comportamientos para ser parte de la solución, porque si no, sin dudas, seremos parte del problema. 

Separación de residuos. Freepik. 

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Foto principal: Imagen vía Pixabay (cc)